sábado, 5 de enero de 2013

Hay una Reputación Online

Según cómo nos movemos en el mundo virtual y para qué usamos las redes sociales se va construyendo una suerte de álter ego digital. ¿Qué buscamos mostrar cuando nos comunicamos en la Web? Por Martina Rua | Para LA NACION Dicen que nadie es tan lindo como en su foto de Facebook ni tan sagaz como en sus comentarios de Twitter ni está tan calificado como dice su cuenta de Linkedin. Bueno, por lo menos casi nadie. Lo cierto es que los argentinos nos hemos apropiado de estos lugares a tal punto que ocupamos los primeros lugares de las principales redes sociales a nivel mundial. Según cifras de The Global Index, la Argentina está sexta entre los países que usan de manera más activa Twitter, y el país cuenta con unos 20 millones de usuarios en Facebook, lo que representa cerca del 50% de la población local. Pero, ¿para qué las usamos? Para debatir, para expresar opiniones, para comentar un programa de tele o un partido, para mostrar cómo somos o, quizá, cómo nos gustaría ser. "Nos construimos en función de la mirada de los otros en las redes sociales, ha cambiado nuestra subjetividad. En los 60, el eje estaba en el interior, en ser fiel a una esencia y no variarla a lo largo de la vida. Hoy, el eje se ha desplazado hacia el exterior. Los diarios íntimos o las cartas eran un diálogo con uno mismo o con una persona concreta. Hoy las redes sociales consisten en la exhibición pública del yo", describe la antropóloga Paula Sibilia, autora de La intimidad como espectáculo. En su libro, Sibilia habla de extimidad , un concepto que toma de Jacques Lacan y resignifica para hablar de una nueva intimidad: "La gente cuelga en YouTube sus ecografías, videos de porno casero, los primeros pasos de los hijos, una propuesta de matrimonio. Lo introspectivo está debilitado. Cada vez nos definimos más a través de lo que podemos mostrar y que los otros ven. La intimidad es tan importante para definir lo que somos, que hay que mostrarla. Eso confirma que existimos", reflexiona. Pero no sólo nos mostramos, sino que a veces lo hacemos desde una exacerbación de ciertos atributos o hasta desde un personaje alejado de la persona offline. Para la psicóloga Adriana Martínez, coordinadora de la Fundación Buenos Aires, la virtualidad permite desplegar, en distintos ámbitos (social, laboral, sexual, profesional), ciertas fantasías que quedan por fuera de la circulación en la realidad compartida, es decir, la realidad concreta. "De este modo, es posible utilizar ese espacio de lo online para crear, acentuando, magnificando o bien tergiversando rasgos, personajes sobre lo que alguien anhela ser o tener. Es posible que alguien se exponga más de lo debido, tanto como otro puede resguardar aspectos o rasgos que prefiere ocultar", describe Martínez. Según la especialista, los riesgos son, al menos cuando de adultos se trata, en relación con uno mismo ya que la responsabilidad sobre los resultados de mantener estas conductas es indelegable. "Insatisfacción, necesidad creciente de llenar un vacío por no estar a gusto con la vida real que se lleva e impotencia son algunas de las consecuencias posibles de no ser coherentes entre un campo y el otro: el concreto y el virtual", dice. Sibilia considera que hay una parte positiva y otra negativa de esta nueva extimidad . "La positiva es que ya no necesitamos ser fieles a una identidad fija, estática, toda la vida, sin desviarnos un milímetro de ella, permitiendo ahora que nos reinventemos y ser más creativos. La negativa es que en los sujetos frágiles ese estar alterdirigidos, esa necesidad de construirse constantemente sobre la base de la mirada de los otros y no en la propia interioridad, excluye la posibilidad de refugiarse en uno mismo." BUENAS Y MALAS NOTAS Foto: Alma Larroca Para conocer, modificar o analizar el comportamiento en el mundo virtual existen diversas herramientas gratuitas que le asignan un puntaje a nuestra existencia y participación en la nube. Por ejemplo, Klout da una puntuación entre 1 y 100 e indica sobre qué temas se es influyente y sobre cuánta gente se influye. La herramienta asigna una categoría en función de si el perfil del usuario es mayormente de líder, socializador, networker, especialista o activista. Las principales métricas se muestran en un gráfico de evolución mensual, calcula también los retweets y las menciones de los últimos 90 días. Permite integrar varias redes sociales y comparar el Klout propio con el de otros perfiles. Otra es PeerIndex que otorga también una puntuación global del 1 al 100 y una calificación según autoridad, audiencia y actividad. Indica los temas más relevantes y la fuente de menciones más habitual. También se puede saber quiénes dejan de seguirnos en Twitter a través de la aplicación Who Unfollowed Me, al mismo tiempo que se pueden ver las personas que sí no siguen y nosotros no, y así encontrar usuarios interesantes para empezar a leer. El tiempo que pasamos en el mundo virtual está creciendo año tras año y eso es muy real. Para las especialistas, encontrar una relativa concordancia entre lo que hacemos en ambos mundos habla de un manejo sano de estas tecnologías. Repensar internamente cuán lejos se quiere llegar con la presencia online e, incluso, el modo de disponer del propio tiempo y estar atentos a que el tiempo de ocio no se desplace sólo hacia lo virtual, relegando las relaciones reales, esas que también requieren -como siempre- de una presencia real. LIMPIÁ TU OTRA CARA Deshacer lo que uno dijo o borrar una foto o un comentario que nos disgusta u ofende de la Web no es precisamente una tarea sencilla. Una de las primeras medidas que se puede tomar es comunicarse directamente con el administrador de la página Web donde aparece el contenido que no se desea y pedirle que lo baje. Esto no siempre funciona porque la persona o entidad que nos haya nombrado no tiene la obligación de bajarlo, a no ser que e
sté violando alguna ley referida a la información personal, cosa que puede tardar un tiempo en confirmarse. Sin embargo, a veces es tan sencillo como eso, con un llamado, el dueño del espacio virtual borra o da de baja el contenido. Mientras tanto se pueden implementar algunas estrategias de SEO Positioning (optimizar las búsquedas en los buscadores) que son lícitas. De hecho, ya existen empresas que se dedican a limpiar identidades virtuales. ¿Cómo? Una manera efectiva es crear información de valor positivo en las principales redes y blogs que suelen ser indexados primero por las empresas que manejan los principales motores de búsqueda. Por ejemplo, abrir una cuenta en Facebook, Linkedin, Twitter y en las plataformas de blogs como WordPress o Blogger. También sirve tener una página personal en la que el dominio (el nombre) sea nuestro nombre de pila y nuestro apellido. Todas estas estrategias no eliminan esa foto que nos molesta o ese comentario no tan agradable, pero lo hacen bajar lugares en cuanto a relevancia y los relega, muchas veces, a la segunda página de resultados. Y, bien sabemos, que no muchas veces pasamos a ese limbo digital. TRES REGLAS BÁSICAS Preservar la intimidad , no exponerla. Esto sólo provee una satisfacción fugaz y lo que ya circula en el ciberespacio luego no se puede deshacer fácilmente. Tratar de ser honesto con los otros. Si lo virtual es un campo para relacionarse (conseguir trabajo, pareja, amigos, intereses comunes, jugar), entonces bien vale la pena no desdoblarse en un personaje de forma extrema. Entender la dimensión lúdica que tiene lo online. Los personajes pueden ser creados, pero se trata, en gran parte, de un juego. Poder administrar esa distancia es indispensable.

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